7/12/10


Los mercaderes del movimiento social


Para detener los látigos de la miseria, es indispensable realizar una revolución interna que sea evaluada por un autoexamen para reconocer los errores, enmendarlos y comenzar a derribar ese individualismo disfrazado de un falso puritanismo revolucionario.



Por: Ronnie Huete




Tegucigalpa, 6 de dic. Cuando la dirigencia de un movimiento social pierde su horizonte de lucha para liberar a su tierra del yugo en que ha estado sometida, se vuelve peor del que facilita los látigos que causan su miseria.



Honduras es vista internacionalmente como una nación que resiste de manera indefinida las imposiciones impuestas por la seudo clase pudiente de esta gran provincia centroamericana.



El terrorismo de Estado que han señalado algunos organismos no gubernamentales de derechos humanos sigue siendo la medida eficaz para irrespetar la vida, la libre expresión y otros derechos humanos que han perdido consonancia en este primer año del post golpe de estado.



Los cruentos sucesos en el Bajo Aguan, la resistencia de los poblados en la Isla Zacate Grande y la diversidad de lucha que existe en la esencia del pueblo hondureño, es una atenuante de admiración internacional, sin embargo los que venden estos ideales ante el mundo se convierten en administradores de grandes donaciones millonarias.



Basta recorrer el bello litoral pacífico del Golfo de Fonseca a través de las llamadas “pangas” (lanchas) con sus habitantes y observar la resistencia que hacen sus pobladores frente a las mansiones que resguardan a los golpistas y supuestos burgueses del país.


Acciones resistentes

Estos hombres y mujeres dedicados a desarrollar los frutos que les rinden el mar y la seca tierra que caracteriza al departamento de Valle y Choluteca, son acciones que los han llevado a resistir por décadas a los designios de sus vecinos usurpadores y explotadores de sus tierras.



Está claro, quienes son los que resisten realmente y representan la esencia de lucha del pueblo, nuestros indígenas, afro descendientes, campesinos, obreros y en cuya semblanza brilla la esperanza de ver libre a esta patria. Pero, ¿qué pasa? con los que se encargan de administrar este ideal a través del mundo.


Los administradores de este movimiento social generalmente tienen como bandera de lucha, la burocracia cuya estructura ha sido edificada desde antes de la década de los ochentas y que ahora sus hijos han tomado esta herencia burocrática en pro del “izquierdismo hondureño”.



En pro de la libertad y la defensa de los derechos humanos, en pro de la justicia, en pro de los legados históricos de la izquierda transformados en un dogma ortodoxo que es predicado por quienes han creído o creen que poseen la luz de encender la oscura situación de Honduras.


Estatus Quo

Estos discursos a veces hasta matizados con un color revolucionario y logran alcanzar buenos puestos de trabajo, cooperación internacional y sobre todo mantener ese estatus quo en que se han acostumbrado a vivir. Mientras los campesinos, profesionales independientes, obreros, indígenas, afro descendientes, pobladores de los barrios marginales, en fin esa pura esencia del poder popular, hacen revolución. Y Quienes sanamente han creído y pensado colectivamente, deponiendo el individualismo salvaje que se dibuja en el rostro de los oportunistas y mercaderes del movimiento social.




Seguramente el aire acondicionado y el alto costo de alquiler de las viviendas canceladas en dólares en donde se reúnen a lo alto de la capital para hablar de derechos humanos, discriminación, desempleo o fundar una nueva organización de derechos humanos a nombre del pueblo, no les permite conocer la realidad de forma física, pero si a través de estadísticas proporcionadas por Naciones Unidas o bien por algún mensaje en el facebook o alguna red social que monitorean perfectamente en cada uno de sus “black berry”.



Estos “revolucionarios modernos” no poseen tiempo para hablar con la familia de la persona que murió el pasado 15 de septiembre en una actividad cultural en San Pedro Sula, pero sí de efectuar campañas recaudadoras. O de saber del estado físico de las personas que han sufrido en carne propia la represión y el terrorismo de estado que promueve el golpismo en Honduras o de quienes se encuentran literalmente en la calle, desempleados por creer sanamente en el proceso transformador que vive Honduras después del golpe de Estado del pasado 28 de junio.



Látigos de miseria

El tiempo para estos revolucionarios de black berry se condensa en viajes a Suiza o en donde logren vender al pueblo y hablan en su nombre, para adquirir fuertes sumas de dinero para combatir la represión y mantener ese estatus quo dentro de la “izquierda”.



¿Qué diferencia existe entre los opresores y los que dicen defender a los oprimidos?
Pero, ese pueblo que realmente resiste en cada barrio, caserío o en la calle es quien verdaderamente construye patria, puesto que con una significativa modestia, sus acciones están teniendo frutos y su entorno de trabajo político es real y no ficticio en una burbuja acondiciona, en donde se filtra la inteligencia militar estadounidense para desestabilizar los movimientos emancipadores de Latinoamérica.



Para detener los látigos de la miseria, es indispensable realizar una revolución interna que sea evaluada por un autoexamen para reconocer los errores, enmendarlos y comenzar a derribar ese individualismo disfrazado de un falso puritanismo revolucionario.



El autor de este artículo es corresponsal voluntario de la revista Caros Amigos editada en são Paulo, Brasil para Centroamérica, La Agencia informativa Latinoamericana Prensa Latina y El portal http://desacato.info editado en Florianópolis, Brasil.


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